jueves, 14 de mayo de 2009

La muerte viste de rojo

La Muerte viste de rojo

—¿Cómo es eso? Tengo entendido que la muerte siempre viste de negro.

—Nadie sabe más de la Muerte que yo. Además y aunque no lo creas, te diré un secreto: ¡La Muerte no usa bombachas ni ropa interior alguna!

—Eso es difícil de creer. Todos tenemos una imagen de la Muerte, como una señora vieja, huesuda, siempre vestida de negro y con una hoz en la mano. No logro imaginarla vestida de rojo o con aretes o luciendo un collar de perlas.

—Sin embargo, así es. La Muerte es una chica alegre y desenfadada. Muchos hombres la encontrarían apetecible.

—Esos hombres serán estar locos, seguramente…

—¿Te parezco loco yo? Te confesaré que tuve una aventura con ella y aunque no llegamos a concretar, me faltó un poquito así para hacerla mía…

—¡No te puedo creer! ¡Me estás tomando el pelo! Ahora cuéntame toda la historia, que aunque no sea verdad, me hará reír un poco.

—No te contaré nada. No me creerás y encima te reirás de mí. Además hoy la volveré a ver y posiblemente sea mi noche de suerte…

—¡Por favor! ¡Cuéntame la historia! Te juro que te creeré y no me reiré de ti. ¡Por favor!

—Está bien. Te contaré mi aventura con la Muerte con la condición que no salga de tu boca. Solo te la relato a ti, porque eres mi mejor amigo.

— Nada saldrá de mi boca. ¡Lo prometo!

—La primera vez que la ví, me atrajo inmediatamente. Su figura, su juventud y lozanía, su modo de mirar profundo y azul…

—¿La Muerte tiene ojos azules?

—¡No me interrumpas! Claro que tiene ojos azules y además tiene pecas en la nariz.

—¿Es rubia?

—Sí, tiene el cabello de un color rubio ceniza, casi igual al tuyo…pero si quieres que te cuente, no me interrumpas más. Tú me conoces… así que me acerqué a ella y le dije un par de piropos, que la hicieron sonreír.
Palabra va, palabra viene, supe que vivía muy cerca y quedamos de juntarnos al día siguiente, a la nochecita en la plaza. Esperé con impaciencia su llegada. Venía vestida con una salida de baño, de esas de tela de toalla y tenía el cabello mojado.
Se estaba bañando y se escapó por la ventana y dejó la ducha abierta para que su familia creyera que estaba allí. Tenía cinco minutos y debería irse. ¡No te imaginas lo que se puede hacer en cinco minutos!
De todo menos eso. Por eso sé que a veces no usa ropa interior.
Hoy la veré nuevamente en el Baile de Hallowen. Vendrá vestida de Muerte con un vestido rojo… ¡Mira, allá viene!

—¡Esa es mi hermana, la puta que te parió!...

1 comentario:

  1. Jajajajaja, bueno, algunas mujeres se parecen mucho a la muerte, entonces.

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