sábado, 30 de abril de 2011

La oficina IV

La oficina IV



Tal cual lo imaginaba, mi bruja estaba esperándome en casa, hecha una furia.



—¡Me humillaste delante de tus compañeros! Y eso no te lo perdonaré…



—¡Callate, bruja desubicada y la puta que te parió!...(Pensé contestarle), pero solo le dije:



—Pero mi amorcito. Sólo lo dije para causar impresión entre los muchachos. No te olvides que no son mis compañeros sino mis empleados… Debo mantener cierta imagen…



Me costó un poco hacerla ver la realidad. La terminé de convencer invitándola a comer afuera. Así que preparé la mesa en el patio y nos mandamos unas milanesas a la napolitana que estaban de rechupete.



Al día siguiente llegué a la oficina temprano otra vez. ¿No me estaré enfermando?

Mi secretaria ya había llegado y tenía el café listo. ¡Mmmm! Casi tan rico como el que preparaba Lorena. Me sirvió una taza y la acompañó con un trozo de torta. Yo había desayunado recién, pero soy un goloso de la puta madre, así que me lo clavé de un bocado.

¡Una verdadera exquisitez! Le pregunté donde había comprado la torta y me dijo que la había preparado ella, según una receta de su abuela alemana.



—Me encanta la repostería —me dijo —Todos los fines de semana preparo dos o tres tortas diferentes, que termino regalando a mis vecinos.

La debo haber mirado con ojos de cordero degollado, porque se rió y prometió traerme un trozo todos los días.

Esta vieja me está comprando. Como le expliqué que estaría a prueba durante un mes, seguro que quiere hacer buena letra, sobornando a mi estógamo. Bueno… ha encontrado al candidato adecuado…

A media mañana, yo estaba aburridísimo y me fui a la oficina del Gordo Gómez, nada más que para constatar que por la ventana entraba un sol maravilloso.

Entre el Gordo y Lorena habían redecorado la oficina y habían colgado plantas, pothus y helechos y con la alfombra de color verde estaba maravillosa.

¡Me dio una envidia! Pero una sana envidia, como dice mi suegra, aunque esté amoratada de bronca.

Debo consultar a un arquitecto para ver si puedo abrir una ventana en mi oficina. Una oficina sin ventana es como la celda de una prisión.

Al mediodía viene Ethel, la tesorera, para invitarme a almorzar a su casa. Me disculpo diciéndole que ya invité a lo de Manolo`s a mi nueva secretaria, para que conozca el lugar y para que el gallego le abra una cuenta y ella pague a fin de mes.

Ethel queda convencida y me mira con dulzura y admiración.

Hay que ser muy macho para ir a un lugar público con semejante esperpento. Me dice al oído muy risueña que mi secretaria deje la guadaña en la oficina..

No pude evitar reírme, pero tiene razón. Con su larga pollera y una guadaña en la mano, sería la viva imagen de la Parca.



Vamos a lo de Manolo`s y el gallego me mira asombrado. Sin que mi secretaria se dé cuenta, me señala un cartel que dice que el lugar se reserva el derecho de admisión.

No le doy bolilla y nos sentamos en una mesita, cerca de la ventana.

Un grupo de empleados de Contaduría intercambian miradas cómplices y uno de ellos dice en voz alta:



—¡Estamos comiendo!



(Esto se acostumbra a decir siempre que alguien dice cosas desagradables en la mesa)

Me hago el distraído, pero esta misma tarde los despediré a todos.

Al gallego lo agarré y le dije que otra broma respecto a Frida, mi secretaria y no vendrá nadie de la empresa a comer acá.

El gallego no sabe si hablo en serio y opta por pedir disculpas.



Busco los legajos de los cuatro empleados de Contaduría y los estudio.

Veo que son cuatro infelices, que entraron por mérito propio y no recomendados por nadie. Así que me voy a Contaduría y le digo a Ethel que me mande a los cuatro bromistas a mi oficina en media hora.



—¿Qué pasa Edy? — me pregunta alarmada cuando le doy los cuatro nombres.



—Voy a despedir a esos canallas —le digo — El motivo se los puedes preguntar a ellos.



En seguida lo busco al Gordo Gómez y le cuento lo sucedido.



—Mi querido tío no me perdonaría jamás si estos miserables siguieran un día más en la empresa —le aseguro muy serio —Se han burlado en un lugar público de una compañera por su…falta de belleza. No les ha importado que estuviera acompañada por mí.



—¡Pero, Edy. Me parece mucho castigo! —balbuceó el Gordo



Lorena escuchaba en silencio con los ojos muy abiertos. Pero, mujer al fin, me dio la razón.



—Claro, hoy insultan a la empleada nueva y mañana será a mí o a otra mujer de la oficina…



—¡Bueno Gómez, basta de sensiblerías! Despídalos ya mismo, bajo mi responsabilidad. Yo aclararé las cosas con mi tío…



—Es que tengo miedo por los del Sindicato —musitó el Gordo.



Ahí intervino Lorena:

—No van a decir nada porque el señor Edy, les envió un cheque para Navidad. Yo lo sé porque yo misma lo hice y lo envié…



El Gordo compungido aceptó. Ya veo que este Gordo no sirve para Jefe de Relaciones Laborales. Así se lo dije.



—…y creo además que la señorita Lorena estaría mejor que Ud., Gómez defendiendo los intereses de la empresa. Me parece que este puesto le queda un poco grande…



El Gordo objetó que esos muchachos eran hasta hace tres meses, compañeros suyos y que era nuevo en este puesto y nunca había despedido a nadie.

Lo fulminé con la mirada y me fui a mi oficina.

Frida no se había dado cuenta de nada y muy amablemente me sirvió un rico café.



—Llame a los de Seguridad, Frida, que vengan —le ordené



Llegaron los dos ursos que también me deben el empleo y le dije a Frida que les sirviera café

Nunca se sabe como reaccionará un empleado despedido y estos eran cuatro y bastante maleducados.

Nunca está de más, prevenir.



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jueves, 28 de abril de 2011

La oficina III

La oficina III



8.45 hs.

Otra vez llegué temprano. Cuando venga el Gordo le voy a poner una cara de perro que no le van a quedar ganas de llegar tarde.

Al llegar al 4º piso, siento un aroma a café que se me hace agua la boca. Sale de la oficina contigua a la mía. ¡Mierda! Es la oficina del Gordo La puerta está abierta y lo veo junto con Lorena, bebiendo café con fruición. El maldito Gordo tiene una taza en la mano y levanta el dedo meñique, el muy maldito.



—¡Hola, Edy! Pase a tomar un cafecito. Está recién hecho —me invita



—Bueno, acepto. Recuerdo que Lorena lo preparaba muy rico…



—¡Qué lástima, Sr. Edy que no tenga crema! Yo sé que a Ud. le gusta con crema…—me dice Lorena muy amable.



La verdad sea dicha. Lorena prepara un café como los dioses, si es que los dioses tomaban café entre trago y trago de Icor. Icor era el elixir de los dioses, según el crucigrama .



—¿Cuándo empieza la secretaria nueva? —me pregunta Lorena



—Hoy lo hará. Espero que ustedes se lleven bien —le contesto.



A las 9 menos 1 minuto llegó Frida, mi nueva secretaria. Le expliqué someramente el trabajo, poniéndo énfasis en las cosas importantes, como preparar un buen café, etc.

Me siento en mi escritorio y me pongo a leer el curriculum que me entregó ayer Frida.

Tiene 55 pirulos, es de Tauro y ha estado solamente en tres trabajos en toda su vida. Conducta ejemplar. Es divorciada sin hijos. También está su foto. ¡Puajjj! Es fea de verdad la pobre.

A la 11 y media me vino a visitar mi mujer. Como anoche le comenté que hoy comenzaba a trabajar mi nueva secretaria, me dice que la quería conocer. Cuando la vió a Frida su rostro se iluminó con una sonrisa.

Menos mal que la elegí a la bruja. Tiene razón mi tío cuando dice que donde se trabaja no se c…

Acompaño a mi mujer hasta la salida, donde estaban varios empleados listos para marcar sus tarjetas de egreso, que cuando vieron a mi mujer apenas disimularon una sonrisa. ¡Claro! Si parezco un marido dominado… Así que para quedar bien la agarro del brazo y le digo con voz grave (como cuando canto Garúa):



—¡Qué sea la última vez que me venís a pedir plata a la oficina!



Mi mujer me miró con bronca, pero se las aguantó y me miró como diciéndome: ¡Ya vamos a arreglar esto en casa!...

¡Mirá como tiemblo!



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miércoles, 27 de abril de 2011

La oficina II

La oficina II



Ayer el día pasó sin mayores novedades. Fui a comer algo rápido en lo de Manolo”s. Almorcé livianito. Un emparedado de bondiola, tres empanadas de carne y dos de pollo, una cervecita y dos porciones de budín de pan con mucho caramelo y un poco de crema chantilly. Este budín de pan es famoso en toda la zona, porque el gallego lo hace espléndido.

No debo comer comida chatarra dice mi médico, así que me abstengo de comer hamburguesas, salchichas o papas fritas.. Me permito comer bondiola porque es la carne más flaca del cerdo. Casi no tiene grasa y es muy sabrosa.

También vinieron a comer algo, el Gordo Gómez y Lorena. Hacen como que no me ven y se sientan detrás de una palmera artificial.

Cuando estoy por pedir un café aparece Ethel la Tesorera. Se me acerca toda mimosa y me pregunta porqué no fui a la casa de ella a comer, como lo hacía antes de irme de vacaciones.



—No quise causarte molestias y además sé que estás de novia con el cadete. Jamás se me ocurriría interferir…



—No seas celoso, tontito. Este muchacho es sólo un pasatiempo. Me atrajo su juventud, paro ya me hartó. Es un bobalicón…



¡Qué Ethel loquita! Lo que no sabe es que ya se me pasó la crisis de satiriasis y seguramente descansaré unos cuantos meses. Ella me ayudó mucho en mi enfermedad y le estoy agradecido…pero nada más.

Así que le aclaro, sin ofenderla, que estoy haciendo buena letra porque de lo contrario, mi tío me va a dar el raje si se entera de algún desliz mío. Y no quise decirle la amenaza de mi mujer. Porque se asustaría si se entera que mi mujer amenazó con castrarme a la primera falta.

Es por eso que andaré un poco reprimido con las señoritas, por pulposas que sean.

A propósito, esta tarde seguramente vendrán algunas chicas por el aviso para secretaria. Trataré de ser ecuánime y justo y elegiré a la mejor, no a la más linda. Lo prometo.

El Gordo Gómez se trasladó a una oficina contigua a esta. La hizo limpiar bien y resulta que tiene una hermosa ventana. ¡Qué boludo que fui! Tendría que haber tomado esa oficina y abrirle una puerta a mi baño privado. Tener una ventana en la oficina es lo máximo. Porque hay que pasar las horas laborales entre cuatro paredes, siempre bajo la maldita luz blanca de los tubos.



15 horas.

Vinieron cuatro señoritas por el puesto de secretaria. Una más pulposa y linda que la otra. ¡Ahh! También vino una vieja, seca como un palo. Tiene mucha experiencia me dice y escribe cerca de mococientas palabras por minuto. Sabe inglés, francés, italiano y ¡ruso! ¡Sí! La muy guacha sabe ruso. Le pregunto burlón si también sabe alemán y me contesta que sí. Que es su lengua natal. Nació en Alemania, la puta que la parió.

Aunque mi otro yo me dice que no la contrate, mi segundo otro yo (porque tengo dos) me dice que si elijo a una de las pulpositas, voy a terminar cantando con voz aflautada el tango “Garúa” que canto muy bien con voz grave y varonil.

Así que la contrato y la pobre vieja no lo podía creer.

Al ver a sus competidoras, ya se había resignado a no conseguir el puesto.

Es que hay cada tipejo en este mundo, que se fijan solamente en el aspecto físico de las candidatas, creyendo tener un levante asegurado.

Por fortuna yo soy un tipo serio y no discrimino a nadie. Aunque muchos envidiosos digan lo contrario.



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viernes, 22 de abril de 2011

La oficina

La oficina.



Resumen de lo publicado hace mucho:

Soy el Jefe de Relaciones Laborales de una pequeña empresa. La empresa es propiedad de mi tío.

Soy un trabajador abnegado y fiel.

Sufro una terrible enfermedad llamada Satiriasis. Consiste el estado de excitación morbosa de los órganos genitales masculinos, que impulsa al individuo a la consumación frecuente del acto venéreo. ( Esto, al menos, es lo que dice el Diccionario Enciclopédico Sopena, tomo V, pág. 199).

Por motivos que no vienen al caso, estuve de vacaciones forzadas hasta hoy, que deberé presentarme a trabajar como asesor del nuevo Jefe de Relaciones Laborales, que es mi buen amigo Gómez, el Gordo.

Este título de asesor me pone en un aprieto. No sé si yo lo debo mandar al Gordo o es él quien me dará las órdenes a mí. No importa. En el camino se arregla la estiba, decía un amigo camionero y así no más debe ser, porque este amigo ya no maneja camiones, se hizo sindicalista y ahora tiene ganas de ser Vicepresidente del país.

Mi querido y respetado tío se está por casar con Lola, que es una chica que le presenté yo.

No conozco al nuevo Gerente. Sólo sé que se llama Daniel Joison.

Espero que no sea pariente de la Delia.

Mi secretaria, ¡bah! mi ex secretaria Lorena, ahora es la novia secretaria del Gordo Gómez. Dicen que se van a casar.

Ethel, la Tesorera está viviendo con el cadete de Contaduría al que le lleva treinta años.

Terminados los chismes, paso a mi primer día de trabajo, después de mis vacaciones.



Lunes, 8.45 hs. AM

Me reciben con grandes muestras de alegría. Trato de subir al ascensor, pero ya está lleno y nadie se comide a dejarme su lugar. No importa. Para el próximo viaje seré el primero en la fila. No hay nadie en la oficina de Relaciones Laborales. Me siento a esperar.



9.30 AM.

Llega el Gordo Gómez de la mano de Lorena. Me saluda secamente con un apretón de manos, bastante falso. Lorena me da un beso en la mejilla, pero la noto distante.

El Gordo me dice:

—Edy, tendrá que pedir a Mantenimiento que le pongan un escritorio en alguna parte… Quizá en el primer sub-suelo…



—Lo lamento, Gómez. Soy el Asesor de la Empresa. Me reporto exclusivamente con el Presidente de la Compañía, mi señor tío. Me quedaré en esta oficina que yo remodelé e incluso le hice construir un baño con puerta blindada, que costeé de mi bolsillo. Así que ya puede ir buscándose otra oficina para Ud. y la secretaria de Relaciones Laborales. A propósito, señorita Lorena. Publique un aviso pidiendo secretaria para mí. Luego que lo haga, busque, por favor, en el Reglamento del Personal, el artículo que dice que los empleados se abstendrán de tener relaciones personales con otros empleados y que no pueden trabajar familiares en la Empresa.



Lorena asintió enrojeciendo. El Gordo Gómez se puso verde de furia, pero se tuvo que contener. Yo estaba seguro que correría a llamar por teléfono a mi tío, pero se iba a llevar una sorpresa. Mi tío se fue de vacaciones al Brasil sin dejar ninguna dirección. Así que el Gordo maldito, por ahora tendrá que obedecer.

¡Yo le voy a enseñar quien soy!! No es que me agrade hacer líos, pero lo justo es lo justo.

Y yo tengo mi lugar ganado hace muchos años en la empresa.

¿Qué se creyó?





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