Imaginación
¿Quién me ordenó quedarme en este pueblo perdido de Dios?
¡Ha de ser tan lindo embarcarse en una fragata!
Durante las noches de luna, los marineros nos reunimos sobre cubierta. Algunos tocan el acordeón, otros acarician una mujer de goma. Yo fumo mi pipa en compañía de un amigo.
El mar me ha endurecido las pupilas. He visto demasiados atardeceres.
¿Con qué puerto, con qué ciudad, no me he acostado alguna noche?
¿Las velas serán capaces de brindarme un horizonte nuevo?
Un día en que la calma ya sea una maldición, bajaré a mi cucheta, me desanudaré el pañuelo de seda y me ahorcaré con una trenza de mujer.
Basado en Girondo.
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