martes, 27 de octubre de 2009
El hijo de mi vecino 3
El hijo de mi vecino 3
Ayer lo conocí. Se presentó muy formalmente a las 7 de la mañana cuando yo estaba en el segundo sueño.
—Soy Piero Braguettini, el hijo de su vecino. Mucho gusto signore Edy.
Yo tenía ganas de acogotarlo. No se puede despertar a una persona a las 7 de la mañana. Ya empezó mal este chabón.
Sin embargo, mi natural bonhomía me hizo sonreírle y estrecharle la mano con naturalidad.
—El gusto es todo suyo —mascullé, y parece que no me entendió, porque me mostró una sonrisa de 76 dientes por lo menos.
—Vengo a agradecerle todo lo que ha hecho por mi padre, porque vecinos como usted ya no quedan — me dijo zalamero.
Tenía ganas de darle una puñalada en el pescuezo pero la oportuna intervención de doña Sofía lo salvó. Además ¿qué cosa me agradecía?
Lo único que me ha pedido el viejo en su vida, ha sido que lo ayude a matar un chancho y yo me negué muy cortésmente y le hice permutar el maldito chancho por cuatro corderos gordos que ya nos mandamos entre pecho y espalda.
—Pierito, te voy a preparar unos ricos mates, para que tomes con Edy, mientras nos cuentas de tu vida — le dijo la vieja.
|Carajo! Iba a tener que compartir la bombilla con el tano éste, que quizás dónde ha metido la boca o qué se ha metido en ella…
—¡Gracias, Sofía, pero hoy tengo ganas de tomar café con leche!— le dije
—Yo no voy a perdonar esos mates, que me ha dicho papi que usted los hace riquísimos. Y también me dijo que hace usted unas tortas fritas de locura.
¡Ahh, nó! ¡Eso si que nó! Doña Sofía me las hace solamente para mí. ¿Qué se cree este pendejo atrevido?
Doña Sofía estaba chocha con las adulaciones del maldito tano. No alcancé a hablar con ella para prevenirla de las posibles intenciones
del Pierito y la puta que lo parió. Seguro que vino a la Argentina para hacerlo vender al viejo alguno de los campos que tiene.
En realidad no sé porque me enojo, ya que es el único hijo del viejo y cuando pare la pata, todo va a quedar para él. Pero me indigna que venga con mentiras, a hacerse el héroe, para ganarse la idolatría de su padre.
—Contame, Piero, de tu trabajo que me ha dicho tu padre que es muy interesante y de mucha responsabilidad.
—¡No, no! Papi exagera todo lo que yo le digo. Es cierto que trabajo en la ONU, pero solo soy el traductor del Cuarto Secretario y part-time. O sea que cuando se enferma el traductor oficial de Cuarto secretario, yo lo reemplazo. A veces el traductor oficial, que es un viejo choto, se enferma de gravedad y yo lo reemplazo por varios días, pero, si sale un viaje, el maldito vejete se mejora enseguida y viaja él. ¡Claro! Si va con todo pago y con unos viáticos enormes…
—¡Qué hijo de puta! —no pude menos que decirle
—¡Sí! Es un mascalzone affeminato. Es un trafurello.
Yo no entiendo un corno de italiano, pero no pude menos que reírme al ver al Piero tan enojado.
Doña Sofía lo atiborró de tortas fritas y cuando yo quise manotear una, me dio una palmada en la mano aduciendo que yo no podía comerlas, porque estaba muy gordo.
—Contame, Piero, del Muro de Berlín. Tengo mucha curiosidad en conocer la historia de primera mano.
—No tengo ni idea, signore Edy. Cuando llegué a Europa ya lo habían derribado y yo era muy joven para andarme preocupando por esas cosas. No me interesaban.
—¿Y qué cosas te interesan en la vida?
Miró a doña Sofía que se hacía la distraída, pero yo sabía que estaba con las antenas paradas, tratando de escuchar todo. Piero se inclinó hacia mí y me dijo en un susurro: —¡las mujeres, me interesan, por sobre todas las cosas!
Este Piero es de los míos. No cabe duda. Y yo que sospechaba que era un malandrín, que quería esquilmar al padre. Me arrepiento de haber pensado mal de este muchacho tan simpático
Esta noche con la excusa de visitar el Bosque de los Escritores lo llevaré a lo de Paloma, para que conozca la mercadería mujeril del pueblo. Según muchas estadísticas serias, las mujeres más bonitas de la Argentina, viven en Derqui y también dicen que Paloma… ¡Buehh! ¡Ya lo verá!
domingo, 25 de octubre de 2009
El hijo de mi vecino 2
El hijo de mi vecino.
Yo quería saber todo lo referente al Muro de Berlín y su caída. No iba a permitir que un tanito estafador, por muy hijo de don Aramís que fuera, viniera a fanfarronear creyendo que los argentinos que vivimos en el campo somos estúpidos. Por más que busqué, rebusqué y consulté en Internet, no pude encontrar el nombre del hijo de mi vecino. Tampoco figura en Facebook. Para Internet, Piero Braguettini no existe.
No entiendo como pudo influir este tipejo, por más que en ese tiempo fuera un alto funcionario de la ONU.
Hice un resumen de la historia, de la tenebrosas historia del Muro de Berlín y aunque es un poquito larga es muy interesante y ya sabemos que el saber no ocupa lugar.
Hace ahora 48 años, el 13 de agosto de 1961, las autoridades soviéticas y de Alemania Oriental decidieron aislar la parte oriental de Berlín para detener el éxodo de ciudadanos hacia Occidente y ordenaron la colocación de las primeras alambradas. La construcción del muro comenzó unos días después, el 18 de agosto. Para entonces, muchos habían huido ya, y muchos otros siguieron intentándolo a pesar de la mole de hormigón. Alrededor de 250 personas pagaron con la vida su "osadía" de pasar "al otro lado". Para Occidente era el «muro de la vergüenza». Para el Este, su barrera contra el fascismo.
Su caída el 9 de noviembre de 1989, 28 años después de su construcción, fue el comienzo del fin de los regímenes comunistas en Europa Oriental.
Calculando que el hijo de mi vecino tiene ahora 40 pirulos, nació más o menos en 1969, o sea que cuando cayó el Muro, era un pendex de 20 años.
Mal podía haber sido un alto funcionario de la ONU. O sea que engañó a su padre o ahora el maldito viejo me quiere engañar a mí.í.
Pero el muro de Berlín no cayó en un día ni en un otoño, como escribía Gorvachov en su libro «Cómo fue. La reunificación alemana». Y es que el empeño de los berlineses en recuperar su libertad hizo posible que el Telón de Acero que había dividido en dos al mundo pasase a formar parte del pasado.
Objetivo: Occidente
El deseo de libertad fue para muchos más grande que la altura del muro. 75.000 personas fueron arrestadas por intentar escapar, 200 resultaron heridas de bala y cerca de 250 fueron asesinadas. Además, miles de ciudadanos fueron juzgados por ayudar a otros en su huida.
El primero en formar parte de la lista negra fue Günther Liltin, de 24 años, que fue abatido a tiros cuando trataba de cruzar nadando el río Spree.
Sin embargo, muchos sí lo consiguieron. Más de 40.000 personas lograron escapar. En los últimos años la cifra se disparó. En el verano de 1989 se produjo el mayor éxodo de alemanes orientales hacia la República Federal desde la construcción del muro. Muchos huían aprovechando las vacaciones estivales. Desde Hungría, vía Austria, lograban salir.
El vopo (policía de fronteras) Conrad Schumann, de 19 años, considerado un soldado leal al régimen comunista, fue uno de los primeros en huir a las pocas horas de que se levantara el muro.
Quince vopos murieron durante estos 28 años. Uno de ellos fue asesinado por los soldados occidentales que evitaron así la muerte de un joven de 15 años que intentaba huir.
Los berlineses agudizaron su ingenio para intentar escapar: un hombre cruzó el mar Báltico con un minisubmarino y consiguió llegar a Dinamarca; un vehículo Isseta fue empleado 18 veces para transportar a fugitivos, que se escondían en el hueco de la calefacción y en la batería; un coche consiguió pasar por debajo de la barra fronteriza gracias a su pequeño tamaño; una familia utilizó un cable tendido sobre el muro por el que se deslizaron y otros huyeron con un globo aerostático.
Una cadena de televisión norteamericana financió a cambio de la exclusiva la espectacular fuga de 29 personas bajo tierra.
Otros tuvieron menos suerte. Las imágenes del joven Peter Fechter agonizando tras ser alcanzado por los disparos de la policía impresionaron al mundo occidental.
Otro caso significativo fue el de Klaus Brüske, que herido por una bala, aguantó al volante de su furgoneta hasta llegar al otro lado del Muro para poder salvar a sus compañeros.
La última víctima fue Chris Geoffrey, que murió nueve meses antes del derribo.
Los berlineses que consiguieron llegar a la RFA tuvieron una muy buena acogida por parte de sus paisanos occidentales y el Gobierno les dio todo tipo de facilidades. Los medios de comunicación también contribuyeron creando un clima favorable a la integración.
Familias separadas
El Muro de Berlín dividió también el corazón de cientos de familias y amigos que vieron cómo una mole de hormigón les separaba de sus seres queridos.
Alemania hoy
Alemania es desde hace más de una década un país política y económicamente unido pero en algunos aspectos el Muro sigue dividiendo a los alemanes.
«Pensaba que la integración del este con el oeste llevaría una década, pero ahora creo que harán falta 40 años», declaraba a la NBC Edmund Stoiber, jefe de Gobierno de Baviera, durante la celebración del décimo aniversario de la caída del Muro.
La llegada de mano de obra joven y cualificada procedente de Berlín Oriental fue una buena noticia para empresarios y Gobierno, a pesar de los dos millones de desempleados que había en la República Federal en 1989. Un alto porcentaje de los nuevos contratos que se hicieron, sobre todo en los primeros años, han sido para los berlineses orientales, lo que ha provocado malestar en un segmento de la población, que acusa a sus paisanos de robarles sus empleos. Además, las empresas no tienen más incentivos fiscales desde que desapareció la frontera y algunas se han ido a otra parte.
Alemania sigue siendo la primera potencia europea y la que más contribuye a las arcas de la UE, pero la última cifra oficial de desempleados roza los 3,5 millones y no deja de aumentar. Según un informe del Gobierno presentado en abril de 2001, Alemania no ha logrado repartir bien su riqueza y las desigualdades sociales han aumentado de manera notable en los últimos 20 años. La brecha entre ricos y pobres se ha incrementado al tiempo que se evidencia la diferencia de rentas entre el este y el oeste.
Algunos germano occidentales se quejan también de la subida de impuestos propiciada por la reunificación.
Por su parte, los berlineses del este se han tenido que acostumbrar al paro, un problema que no tenían con los comunistas. Y tampoco ha sido fácil adaptarse a la economía de mercado.
Otras heridas continúan abiertas. Los poscomunistas alemanes, herederos del Partido del Socialismo Unificado (SED), favorable a la separación de las dos Alemanias, admiten que el muro no fue una solución, pero no han llegado a pedir perdón a las víctimas de manera colectiva.
Todavía no he hablado al respecto con doña Sofía, porque no quiero que sufra , pero deberé decirle la verdad respecto a Piero. Y luego a don Aramís.
Aunque pensándolo bien, ¿Qué me tengo que meter en la vida ajena? Solamente lo haré si este tanito pretende engañarme.
continuará
miércoles, 21 de octubre de 2009
El hijo de mi vecino
El hijo de mi vecino
Ya les he contado que mi ama de llaves, doña Sofía, anda noviando con mi vecino don Aramís, naturalmente se supone que yo no se nada. Ella debe tener uno 80 años y el viejo más o menos lo mismo.
Anoche doña Sofía me contó que el viejo anda super contento porque el hijo le avisó que lo visitaría. No lo ve, desde hace más de 20 años, ya que vive en Europa Me dice también que el muchacho es un importante funcionario en la ONU y es reconocido mundialmente por sus grandes logros.
Me da un poco de envidia y doña Sofía que me conoce bien, se da cuenta enseguida de lo que me pasa. Me abraza contra su pecho y me da unas palmaditas en la espalda. Mientras me aprieta contra sí, siento el aroma del pan casero, de la yerba mate, de la hierbabuena, del perejil, de las mil flores que ella cultiva en el jardín. Es el olor de las cosas simples que amo y que no cambiaría, ahora, por nada del mundo.
Debo dejar mi pasado atrás, en el baúl de los recuerdos. Lo que fue, ya fue y lo que no fue, ya no lo será jamás.
Me alegro por don Aramís y le digo a doña Sofía que puede disponer de todo el tiempo que quiera, si es que el viejo la necesita para atender a su hijo.
—Pensaba llevarle un par de botellas de buen vino o algún licor—me dice la vieja, mirándome con los ojos pícaros entrecerrados. Sabe que no puedo negarle nada y estoy seguro que ya las llevó. Y además sabe que yo sé.
Como corresponde a un buen vecino, por lo menos acá en al campo, me voy a la casa de don Aramís y lo felicito por la visita que va a tener. Debe ser una alegría total volver a ver a un hijo, después de tanto tiempo.
—Tengo il cuore alborotao—me dice don Aramís— Que mi hijo venga desde Ginebra a visitar a su padre que vive enterrado en este pueblo, en medio del campo. No hallo las horas que sea el lunes, para poder abrazarlo…
—¿Y porqué dejaron pasar tanto tiempo, sin verse? —le pregunté
—Mi hijo por su trabajo, es un hombre muy ocupado. La ONU lo manda de acá para allá. Que en Oriente está por comenzar una guerra, que la India y Pakistán, que los afganos, que los talibanes, etc. Mi pobre hijo se tiene que multiplicar por cuatro para poder atender los innumerables casos que la vida actual presenta y que él debe resolver. ¡Cómo si le pagaran tanto!
—¡Pero su hijo debe ganar una fortuna en el cargo que ocupa!
—Así es. Pero no le alcanza para nada. Porque mi hijo…(Acá don Aramís se tocó el corazón con ambas manos y con los ojos en blanco, continuó) mi hijo tiene un gran corazón y la mayor parte de sus emulo...emolumentos los dona para buenas causas humanitarias en el mundo. Con decirle que varias veces he tenido que mandarle un giro, para que pueda llegar a fin de mes.
—¿Acaso su hijo no sabe que la caridad empieza por casa?
Don Aramís me miró furioso. —¡Ya sabía yo que usted era un hombre raro! Pero lo que no sabía es que carece de corazón y sensibilidad. Mi pobre hijo gastó su fortuna (que la tuvo) en el asunto del Muro de Berlín. Por suerte siempre contó con su padre, modestia aparte, que lo apoyó en todo momento. En parte, gracias a él e indirectamente gracias a mí, los alemanes del Este son libres.
Casi me caí de espaldas al escuchar esto. Me despedí de don Aramís y volví rapidito a casa para entrar en Internet y enterarme de todo el asunto de la caída del Muro. La verdad es que no creía nada de lo que el pobre viejo aseguraba y lo que sí tengo certeza, es que el hijo de don Aramís debe ser un chantapufi, sinvergüenza y a lo único que viene a Derqui, es para esquilmar a su padre.
Lo conversaré con doña Sofía, que aunque viejita, tiene la mente lúcida.
continuará
viernes, 16 de octubre de 2009
!Qué cosa! ¿Nó?
¡Qué cosa!...¿No?
Estaba subido al tejado y le pedí a mi nieto que me alcanzara una maza.
—¿Una qué?
—Una maza. Es eso que está a tu lado, junto a tu pie derecho…
—¡Ah! ¡La cosa ésta! Ya te la paso
—Gracias. Ahora por favor alcánzame dos tirafondos
—¿Lo qué?
—Son para fijar las maderas.
—¡Ah! !Los cosos estos! Ya te los doy
—¡Gracias!
—¿No querés que te alcance el coso este para atornillar los otros cosos?
—¡Bueno! Pasámelo…Necesito algo para hacer peso y no golpear en el aire…
—¿Querés que te pase la cosa esta?
—¡Buena idea! Pasámela
—Tendrías que poner alguna cosa para arrodillarte o te van a quedar las rodillas llenas de cosas…
—Tenés razón. Decile a la abuela que te de algo para arrodillarme
—¡ABUELA! ¡El abuelo necesita alguna cosa para arrodillarse!
—Decile que se vaya al carajo…¿Porqué no contrató a un techista que sepa trabajar? ¿Qué tiene que andar encaramado sobre el tejado con los años que tiene? Además es seguro que con la primera lluvia, nos va a llover más adentro que afuera.
—¿Escuchaste, abuelo, las cosas que dijo la abuela?
—Soy viejo, pero no sordo. Decile a tu abuela que con el laburo que estoy haciendo, se va a ahorrar un montón de guita, para que se vaya a la peluquería a teñirse las lanas, de celeste, como le gusta a ella y si quiere puede ir a la pedicura a cortarse las pezuñas…!Ma fangulo!
—¡Abuelo! ¿Porqué usas esas palabras? El idioma castellano es muy rico en expresiones idiomáticas…
¡Plop!
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